
A principios de los años 80, cuando los microordenadores empezaban a popularizarse, un puñado de creadores apasionados dieron un soplo de aire fresco al género de las aventuras gráficas. Estos pioneros, impulsados por el deseo de explorar nuevas formas narrativas, desarrollaron un estilo único, rápidamente identificado como el «toque francés».
Estos juegos se caracterizan por un enfoque narrativo a menudo teñido de humor, a veces cáustico o estrafalario, y no dudan en abordar temas maduros, incluso sociales, al tiempo que forjan estrechos vínculos con el cómic franco-belga. Esta influencia se manifiesta en particular en gráficos cuidados, diálogos contundentes y una escritura sofisticada.
A lo largo de las décadas, ha surgido un auténtico mundillo francés de aventuras gráficas, con sus propios códigos y referencias. Estos juegos, dirigidos tanto a adultos como a jóvenes, han dejado su huella en toda una generación de jugadores y han contribuido a que los videojuegos franceses brillen a nivel internacional.
Los pioneros
Si siempre es difícil definir cuál fue la primera aventura gráfica francesa que vio la luz, estamos de acuerdo en que el lanzamiento en 1983 de de Jean-Louis Le Breton para Apple II es un marcador indiscutible para el género, aunque todavía no percibimos ninguna diferencia notable con sus homólogos estadounidenses, al menos gráficamente.
De hecho, el juego tomó el estilo, rudimentario pero innovador para la época, de Mystery House de On-Line Systems (futura Sierra On-Line) y fue el primer juego de aventura comercializado en Francia que contaba con un analizador sintáctico íntegramente en francés, permitiendo así que cualquier francófono pudiera embarcarse en la aventura sin miedo a verse bloqueado por la barrera del idioma inglés.
Al año siguiente, el mismo Jean-Louis Le Breton unió fuerzas con Fabrice Gille y creó la empresa Froggy Software. Juntos desarrollaron La Souris Golotte, una miniaventura que aprovechaba a la perfección las capacidades innovadoras del ratón y, a través de su interfaz, prefiguró los inicios del point and click tal y como lo conocemos hoy. El juego también fue elegido por Apple, que lo instaló como demostración durante el lanzamiento del Apple IIc.
Fue en esta época cuando el cómic se introdujo en la producción de videojuegos, sobre todo gracias a talentos como Jean Solé. Este diseñador, ya reconocido por sus trabajos en revistas de culto como Pilote y Fluide Glacial, aporta su estilo distintivo a la mayoría de las portadas de los juegos de la compañía e incluso creó los gráficos de Canal Meurtre en 1986.
Los vínculos entre el noveno arte y los videojuegos siguen desarrollándose, empujando a estudios como Infogrames a adaptar con habilidad las principales sagas de cómics. Les passagers du vent es un ejemplo perfecto de ello: fiel al universo de François Bourgeon, este juego encanta por sus impresionantes gráficos y su escenario, que ofrece múltiples opciones.
Otro gran nombre en el desarrollo y edición de esta época, Loriciels, dejó su huella con títulos como Le Manoir du Dr Genius y su secuela Le Retour du Dr Genius, o incluso Le Mystère de Kikekankoi. Sin embargo, es con L’aigle d’Or (un título de aventura más centrado en la acción, todo hay que decirlo) que la compañía realmente se abrirá paso a nivel internacional.
Sin embargo, con algunas raras excepciones como La Souris Golotte, la jugabilidad de principios de los 80 todavía se basa principalmente en la introducción de verbos en el analizador sintáctico.
Es Lankhor quien realmente revolucionará el género. Fundado en 1987 por Jean-Luc y Béatrice Langlois, Bruno Gourier y Bernard Grelaud, el estudio se distinguió por su primer juego, Le Manoir de Mortevielle, que, al integrar síntesis de voz, ofrece una experiencia inmersiva completamente inédita.
Inspirado en el cine negro, el juego sumerge al jugador en una fascinante investigación en la que interpreta a un detective en busca de una amiga desaparecida. El juego destaca sobre todo por su compatibilidad total con el ratón combinada con menús desplegables, que hacen que la interfaz sea especialmente intuitiva. Su jugabilidad es rica, pues el jugador tendrá que observar, buscar e interrogar a los ocupantes de la mansión para progresar, evitando al mismo tiempo que descubran su identidad como investigador.
Con una atmósfera única para su época, no se puede negar el éxito de Le Manoir de Mortevielle, galardonado con numerosos premios, incluido el prestigioso Tilt d’Or al mejor juego de aventuras (N. del T.: y también al sonido, premios otorgados por la revista francesa Tilt, la primera en esa lengua dedicada exclusivamente a videojuegos) y rápidamente se convirtió en una referencia imprescindible, tanto en Francia como en el extranjero.
Aprovechando este éxito, rápidamente se anunció una secuela, Maupiti Island. Esta nueva obra nos invitaba a sumergirnos en el corazón de una isla paradisíaca, donde la belleza de los paisajes se codeaba con una intriga muy oscura.
Maupiti Island pudo superar a su predecesora en todos los aspectos. Los gráficos, ya excelentes en el primer episodio, alcanzaron nuevas alturas en este título, ofreciendo a los jugadores una experiencia visual impresionante. La trama, aún más compleja y rica en giros y sorpresas, nos mantuvo en vilo de principio a fin y las mecánicas de juego, por su parte, se habían afinado, ofreciendo una experiencia de juego más fluida e inmersiva.
El juego fue rápidamente elogiado por crítica y público, consolidándose como un referente del género, ingresando en el panteón de los videojuegos y dejando una huella imborrable en el corazón de los aventureros.
Desafortunadamente, los jugadores nunca tendrán la oportunidad de descubrir la tercera entrega de las aventuras de Jérôme Lange. Por dificultades financieras, el estudio tuvo que poner fin al desarrollo del juego que debería haberse titulado Sukiya y que iba a tener lugar en Japón. Las pocas imágenes filtradas dejaron entrever un título absolutamente magnífico, reforzando así nuestro pesar por no poder nunca explorar ese universo.
El toque francés se exporta
1989 fue un año crucial para los videojuegos franceses. Fue en ese año cuando nació Delphine Software, un estudio que rápidamente se consolidaría como un referente en el campo de la aventura gráfica. Con Les Voyageurs du Temps, el estudio parisino, fundado por Paul de Senneville y dirigido por Paul Cuisset, sienta las bases de una nueva era para el género.
Lo que distingue a Les Voyageurs du Temps es su inédito enfoque cinematográfico, así como su motor de juego interno y cuidados gráficos. El título se juega íntegramente con el ratón y ofrece una inmersión total gracias a una banda sonora inolvidable compuesta por el tristemente fallecido Jean Baudlot, que también se vendía con el juego.
Los éxitos continúan con Operation Stealth, una aventura de espías inspirada libremente en James Bond, y Croisière pour un cadavre, un homenaje a las novelas de Agatha Christie, que destaca por su ambientación años 20 y sus gráficos vectoriales. Estos juegos, al igual que Les Voyageurs du Temps, son referentes del género, apreciados por sus cuidados escenarios, sus complejos acertijos y su atención al detalle.
Delphine Software también disfrutará de éxito mundial con Another World y Flashback, dos títulos más centrados en la acción pero que conservan la esencia misma del estudio, es decir, gráficos impresionantes, una atmósfera cinematográfica única y escenarios cautivadores. Al mismo tiempo, el estudio creó Adeline Software y dio origen a otro clásico: Little Big Adventure.
Si Delphine Software ha dejado una huella imborrable en el panorama de los videojuegos, otro estudio francés hará evolucionar el género: Cryo Interactive.
El estudio se distinguirá por su audacia, la originalidad de sus temas así como un sentido estético incomparable. Fundada por un trío de visionarios, Philippe Ulrich, Jean-Martial Lefranc y Rémi Herbulot, Cryo tiene sus raíces en ERE Informatique y su subdivisión Exxos. Aquí es donde Philippe Ulrich, una especie de genio excéntrico, revoluciona los códigos con L’Arche du Captain Blood, un título vanguardista cuyos logros técnicos y atrevida trama lo convirtió en un verdadero fenómeno, siendo nada más y nada menos que el videojuego más vendido producido en Francia hasta la fecha.
Tras el cierre de ERE Informatique por problemas económicos, una parte del equipo de desarrollo se unió para fundar Cryo, que experimentó un éxito rotundo con el lanzamiento de su segundo título: Dune. Fiel adaptación de la novela de culto de Frank Herbert y de la película de David Lynch, es una auténtica obra maestra que sigue siendo una referencia del género. Los gráficos son impresionantes y la sublime banda sonora compuesta por Stéphane Picq nos transporta al planeta Arrakis de la forma más onírica posible.
Cryo tiene una serie de éxitos con títulos de universos y temáticas variadas, desde la fantasía medieval de Dragon Lore hasta la antigüedad de Atlantis, pasando por la ciencia ficción de Commander Blood, secuela de L’Arche du Captain Blood, e incluso el loco y brillante Lost Eden. Cada título es una invitación a viajar con la apariencia de una obra de arte interactiva.
Con Hardline, un FMV con un presupuesto colosal para la época de 3 millones de dólares, el estudio confía las riendas a dos adolescentes, Dominic Mathieu y Grégoire Glachant, con un resultado sorprendente que mezcla aventura point and click y shooter FPS, lo que testimonia la audacia del estudio.



Cryo también ofrecerá el primer juego de aventuras y entretenimiento educativo con Versailles: Complot à la cour du Roi (1996), aportando así un público totalmente nuevo al género en la que fue, en su momento, la representación más fiel en 3D del castillo. El estudio estaba entonces en la cima de su creatividad, y seguiría prosperando durante varios años manteniendo un alto nivel de calidad antes de entrar en el mercado de valores en 2000 y tener que cerrar sus puertas en 2002 tras un brutal colapso bursátil.
Creada en 1985, Coktel Vision se estableció rápidamente como un actor clave en el panorama francés de los videojuegos. Al combinar hábilmente aventura, educación e innovación, el estudio capturó los corazones de jugadores de todas las edades.
Uno de los puntos fuertes de Coktel Vision fue su capacidad para anticiparse a las tendencias. Si bien la mayoría de los juegos todavía se distribuían en cartuchos o disquetes, el estudio adoptó el CD-ROM desde el principio, proporcionando experiencias de juego más ricas e inmersivas. Esta audaz decisión impulsó a Coktel Vision a ser pionera en la industria.
Si los juegos del estudio tienen éxito tanto en Francia como a nivel internacional, es en gran parte mérito de sus talentosos diseñadores. Pierre Gilhodes, autor de la serie de culto Gobliiins y de la brillante Woodruff and the Schnibble of Azimuth, dejó su huella con su humor poco convencional y sus universos fantásticos. Por su parte, Muriel Tramis, apodada la Roberta Williams francesa, dará origen a juegos emblemáticos como Méwilo, Emmanuelle, Geisha, Fascination, Lost in Time o incluso Urban Runner, títulos marcados por sus raíces criollas así como por sus personajes femeninos fuertes e independientes.
Al mismo tiempo, Tramis y Coktel Vision también se dedican a la creación de juegos educativos. Las series ADI, luego Adibou y Adiboud’chou, conquistaron rápidamente a los niños y a sus padres, convirtiéndose en referencias imprescindibles en el sector y en una puerta de entrada a los videojuegos para un gran número de jóvenes jugadores.
A pesar de sus numerosos éxitos, Coktel Vision no escapó de los caprichos de la industria. Después de ser comprado por Sierra en 1992 y luego por Vivendi Universal Interactive, el estudio cerró definitivamente sus puertas en 2005.
A Infogrames también le irá bien con títulos como el extravagante Eternam, que técnicamente combina pixel art, desplazamiento en 3D y secuencias FMV, la excelente y gráficamente soberbia Shadow of the Comet o la buena pero un poco corta Prisoner of Ice, inspiradas estas dos últimas en los escritos de HP Lovecraft. También podríamos citar Time Gate: Le Secret du Templier, un point and click que recuerda a Alone in the Dark por su apartado gráfico, así como a Les Chevaliers de Baphomet por su temática, pero que sin embargo no alcanza ni de lejos la calidad de estos, aunque sigue siendo un juego muy apreciable.
Benoît Sokal, famoso autor de historietas, se lanzó al mundo de los videojuegos en 1999 con L’Amerzone. Inspirado en su propio trabajo, este point and click transporta al jugador a un mundo misterioso y onírico. A pesar de una génesis difícil, este juego, desarrollado por varios estudios franceses, gozó de un éxito comercial y de crítica gracias a sus sorprendentes gráficos, su atmósfera cautivadora y sus rompecabezas estimulantes, siendo versionado incluso para la consola PlayStation. Microïds está preparando una nueva versión para ser lanzada este año.
El segundo juego de Sokal, Syberia, también fue un éxito mundial que dio origen a una franquicia que sigue siendo popular hoy en día. Presentado en forma de aventura tradicional, nos sitúa en la piel de Kate Walker, una abogada estadounidense en busca de un misterioso heredero. Su viaje la lleva por un mundo fascinante y enigmático, donde evolucionará profundamente, tanto a nivel personal como en su visión del mundo.
Aunque Syberia no es especialmente difícil, invita a un viaje introspectivo, empujándonos a cuestionarnos nuestra propia existencia. A través de los ojos de Kate, el juego cuestiona nuestra relación con la diferencia y los desafíos de nuestra sociedad. Los escenarios, inspirados en los paisajes de Europa del Este, son impresionantes y los autómatas, criaturas mecánicas con un encanto antiguo, se han convertido en iconos de la saga.
Renovación
Con el cierre de Sierra y el abandono por parte de LucasArts de la producción de los juegos de aventura que les habían hecho famosos, el género parecía bastante moribundo a principios de la década de 2000, y algunos críticos y jugadores no dudaron en declararlo muerto y enterrado. En Francia la situación fue similar: los estudios emblemáticos que dieron forma al género habían más o menos desaparecido, pero algunos aún lograrán destacar…
En 2003, el estudio francés Lexis Numérique, en colaboración con Ubisoft, dio un soplo de aire fresco al género de los juegos de investigación con In Memoriam. Este título ofrecía una experiencia de juego que combinaba complejos rompecabezas e inmersión en un universo inspirado en el famoso asesino del Zodíaco. La particularidad de In Memoriam radicaba en su completamente nueva mecánica de juego de «realidad alterna». Para llevar a cabo su investigación, los jugadores se veían obligados en ocasiones a conectarse a Internet.
Luego se les invitaba a realizar investigaciones reales en sitios web de periódicos de renombre, como el diario Libération, para intercambiar correos electrónicos e incluso mensajes SMS con los personajes del juego. El asesino también te escribiría, haciendo que la experiencia fuese aún más inmersiva y emocionante.
En 2007, Lexis Numérique volvió a pensar fuera de lo común con eXperience112, un título original donde el jugador no controla a un personaje, sino a un sistema de seguridad ultrasofisticado. Tu misión será guiar a Léa Nichols, la única superviviente aparente de un incidente en un complejo científico y militar, hacia la salida. Un juego que, sin ser excepcional, te mantiene en vilo gracias a su original concepto.
A mediados de la década de 2000, Post Mortem y Still Life de Microïds logran destacar por su atmósfera pesada y, aunque estos títulos no revolucionan el género, ofrecen una experiencia de juego sólida y agradable, que hará las delicias de los fanáticos tradicionales del point and click que busquen un buen thriller.
Jane Jensen y su marido Robert Holmes son para siempre inseparables de la saga de culto Gabriel Knight. Sin haber tenido, por el momento, derecho a una cuarta obra, la pareja unió fuerzas con el estudio francés Wizarbox para dar a luz Gray Matter en 2010. Sin llegar nunca a igualar las aventuras del Schattenjäger, el juego retoma muchos elementos como lo paranormal o la alternancia de los dos personajes jugables. Los escenarios en claroscuro, de sorprendente belleza, y la música igualmente notable ayudan a sumergir al jugador en una atmósfera cautivadora que atestigua el innegable talento de sus diseñadores, pero ¿quién lo dudaba?
En los últimos diez años, el género tal como lo conocíamos se ha transformado profundamente. Al abandonar los complejos acertijos, dos estudios han experimentadon un éxito internacional sin precedentes, pero que no exento de críticas. Impulsados por una narrativa llevada al extremo, estos juegos se acercan más que nunca a las películas interactivas.
Desde Omikron: The Nomad Soul hasta Detroit: Become Human, pasando por Fahrenheit y Heavy Rain, Quantic Dream se ha reapropiado del género de aventura favoreciendo un enfoque narrativo y cinematográfico muy (¿demasiado?) avanzado. Los juegos del estudio parisino ofrecen experiencias que oscilan entre las muy buenas (Detroit: Become Human, Beyond: Two Souls) y las menos convincentes, achacadas a una aproximación maniquea a los personajes y a ciertas situaciones inverosímiles unidas a desagradables secuencias QTE. De cualquier modo, son títulos que no dejan indiferente a nadie y que o amamos u odiamos.
El otro estudio es, evidentemente, Don’t Nod Entertainment, que con Life is Strange también ha conocido un éxito rotundo. La trama gira en torno a Maxine Max Caulfield, una estudiante de fotografía que descubre que tiene la capacidad de retroceder en el tiempo por períodos cortos, lo que le permitirá revisitar las elecciones y decisiones que encuentra. Vendidas más de 20 millones de copias, el juego es elogiado por la prensa y los jugadores de todo el mundo, destacando la calidad de la narrativa así como su notable banda sonora.
Un género más vivo que nunca
Antes de concluir este artículo, obviamente debemos mencionar tanto la escena independiente como los desarrolladores en solitario. Sin ellos, nuestro género favorito no sería lo que es hoy en toda su diversidad y singularidad, ofreciéndonos muchas veces títulos que nada tienen que envidiar a los llamados clásicos de la época dorada. Ellos son quienes han ayudado a mantener vivas las aventuras gráficas durante los últimos veinte años.
Como miembro del jurado internacional de los PREMIOS AGOTY que premian cada año los mejores lanzamientos, me sorprende la calidad cada vez más alta de los juegos. Si los promotores de España, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos o los países de Europa del Este, por citar sólo algunos, llevan la delantera, los franceses también saben cómo hacerlo bien manteniendo un savoir-faire que existe desde hace más de 40 años.
Decir un nombre sería tedioso y aburrido, pero para permanecer al día, no puedo menos que aconsejarte que eches un vistazo, o incluso dos, a los juegos lanzados por Adipson Studio, el último de los cuales, lanzado en julio, se llama Magret et FaceDeBouc y nos sumerge en una loca investigación policial en un mundo alternativo poblado por animales antropomórficos con humor trash.
Igualmente, Goloso Games, autores de Inspector Waffles, un juego de investigación/aventura pixel art accesible a todos y del que está prevista una precuela para este año en estilo gráfico Game Boy Color en vista superior y del que no puedo menos que recomendar que pruebes la demo.
Otro desarrollador independiente, COWCAT Games, nos presentó recientemente Brok the Investigator, un juego que combina point and click con elementos de beat ‘em up y juegos de rol. ¡Esto no es común!
No me olvido de The World After, desarrollado por Burning Sunset, que es un point and click elaborado íntegramente a partir de imágenes filmadas, creado en plena pandemia por artistas de cine y cuyo próximo juego se encuentra actualmente en rodaje.
Para concluir, es importante subrayar que esta retrospectiva constituye sólo un breve recorrido por la riqueza de la creación francesa de videojuegos. Muchas otras joyas merecen ser descubiertas y espero que con este resumen se haya podido apreciar la diversidad, la audacia y la originalidad de los estudios y desarrolladores franceses, que demuestran un saber hacer particular, con un toque especial: ¡el toque francés!