En 1991, los hermanos Peralta crearon The Last Warrior, una aventura que nos situaba en la Edad Media para ayudar al protagonista a buscar las armas de un antiguo caballero. Según la leyenda, estas armas harán que el guerrero se levante una vez más contra el ejército invasor que aceche sus tierras.
Ahora, en 2024, se publica una nueva versión (1.5) en la que se han mejorado algunos aspectos del juego, tales como faltas de ortografía, expresiones y algunos puzles, además de cambiar la localización del juego desde el norte de Francia al norte de la península ibérica, y el origen de los invasores, de ingleses a vikingos, con el fin de darle mayor rigor histórico al juego, aunque en realidad estos detalles tienen una nula importancia en el desarrollo de la trama.
The Last Warrior es una aventura sencilla. Primero jugué la versión de 1991 y después la de 2024, y considero que esta es la definitiva y el objeto de este análisis, pues en la de 2024 se aprecia un cambio notable en la resolución de algunos puzles para hacerlos más coherentes, aunque, por lo menos en apariencia, los cambios son tan pocos que se puede casi considerar una corrección de bugs, así que, en esencia, estamos ante una aventura de 1991 hecha por adolescentes. ¿Está, pues, The Last Warrior a la altura de las aventuras modernas y los nuevos gustos? ¿Y a la altura de las aventuras de la época con todas las cosas buenas y malas de entonces?
Mi opinión es que The Last Warrior es una aventura muy digna, y aunque no es mejor que la mayoría de las aventuras comerciales de la época, es mejor que otras tantas también del mismo periodo. Quizá, la única diferencia con todas ellas es su escasa duración. Da la impresión de que es una aventura incompleta, y creo que así lo han manifestado los autores. Y aunque es cierto que es una historia cerrada que finaliza cuando conseguimos las armas, es verdad que acaba cuando promete empezar lo bueno, más o menos como si La Aventura Original acabase cuando entramos en la cueva. Es una forma bastante anticlimática de finalizar una historia, pero es un recurso narrativo tan válido como cualquier otro.
Los gráficos son los típicos vectoriales de las aventuras de Spectrum, y están bastante bien, aunque son escasos. Alguno me parece particularmente evocador, como el del campo de cereal, que parece la inconfundible estampa de la meseta castellana, incluso con su típica iglesia mudéjar, aunque el juego nos localice en Francia, en la versión de 1991, y en la cordillera cantábrica en la de 2024. Es un curioso detalle y una imagen bonita y bastante conseguida.
Sin duda, el punto flaco del juego es el guion. Si bien la premisa no es demasiado original, sí promete cierta aventura y podría ser el argumento de cualquier juego de arcade o plataformas. Sin embargo, el desarrollo del juego es de todo menos épico, lo cual me resulta chocante siendo un juego escrito por adolescentes. La armadura no la custodia un dragón, ni la espada, un rey muerto viviente, sino que se puede decir que las piezas de la armadura se encuentran en los lugares más cotidianos que pueda uno imaginar, prácticamente «tiradas por ahí». Además, los puzles no son lo más coherente del mundo, de hecho, no sé si son cosas mías, pero el juego me transmite cierta sensación onírica por el surrealismo de algunas situaciones. Aunque hay que decir que, si bien los puzles son algo extraños, son honestos, por lo menos los de 2024, lo cual se agradece bastante.
Por otra parte, la aventura tiene las peculiaridades de la época, muertes súbitas, pérdidas de objetos que hacen irresoluble la aventura (en la de 1991) o los típicos laberintos. Sobre estos últimos, hay dos, y he de decir que me he divertido mapeándolos. No creo que los laberintos sean malos per se, lo malo es que haya laberintos en todas las aventuras o sean excesivamente engañosos, y no es el caso, aunque ya os digo que si entráis en alguno por equivocación sin haberlo mapeado y saber dónde estabais antes, lo más probable es que tengáis que volver a empezar la partida.
En conclusión, The Last Warrior es una aventura que transmite muy buenas sensaciones, es auténtica y accesible, pues con esta remasterización ha eliminado errores, producto, creo yo, de la juventud de los autores en aquel momento. Estos cambios la hacen mucho más jugable y se puede decir que es una aventura con lo que pasaréis un rato muy agradable y que os dejará pensando en qué sucedería cuando el último guerrero hubiese renacido por fin.
Por Edu @Eduvillagal